viernes, 27 de abril de 2007

NUEVA PALMIRA, DOLORES Y FRAY BENTOS: PROTAGONISTAS DEL DESPEGUE AGROPECUARIO

Al día siguiente (2º etapa de nuestro periplo) fuimos a la Casa de la Cultura o Casa de Ignacio Barreiro, héroe local de Carmelo, pero como no nos dieron ni bolilla, nos fuimos a pasear por la Rambla y a sacar algunas fotos antes de partir hacia Nueva Palmira.
A poco de salir, entramos a visitar la Capilla San Roque, en excelente estado de conservación. No pudimos entrar, pero si por dentro está igual que por fuera, es una reliquia nacional digna de mayor fama. Una verdadera belleza.
A poco de salir de allí, entramos nuevamente hacia el Norte por el camino que conduce hacia la famosa Estancia Narbona. Seguimos de largo porque apenas se ve el cartel que, colgado del alambrado, indica el lugar y los días y horarios de visita. Era viernes y estaba cerrado. Pero igual me metí, confiando en que los perros estaban atados. Me atendió una señora sumamente amable y bien dispuesta, que al principio estaba bastante desconfiada porque al parecer, hemos vuelto a los niveles de seguridad de la época de la conquista, cuando indios y matreros asolaban los campos de la Banda Oriental. "Sensación térmica", que le dicen... Por eso las paredes de la Estancia de Don Narbona, tenían entre un metro y medio y dos de ancho. Hoy, además, se precisarían mejores rejas y unas buenas alarmas para frenar el bandidaje que pulula en la zona.
A decir verdad, se me cayó el alma al piso cuando vi que el estado de conservación de este histórico casco de estancia, es diametralmente opuesto al de la Capilla San Roque; y me apresuro a decir que la culpa no parecen tenerla los caseros: simplemente, hace falta invertir unos buenos pesos en restauración y refacciones, si no queremos en que en pocos años, esta construcción -que si hablara, tendría mucho para contar- se caiga a pedazos y, sepultada por un manto de tierra y plantas, quede olvidada para siempre. No estaría mal pedir la colaboración de ENCE, PEPSI COLA o alguna de las grandes empresas localizadas en Zona Franca de Colonia y/o Nueva Palmira, para restaurar esta maravillosa reliquia. ¡A ver si le sacamos el jugo a la inversión extranjera!
Salimos de Narbona, pero no sin pedirle a la Sra. María Julia Casanova -casera del lugar- que para la próxima, nos haga una planta de la hermosísima "rosa china" que tiene en su jardín. El compromiso quedó sellado a la antigua, con un cálido apretón de manos.
Seguimos por la bellísima ruta bordeada de árboles y "countrys" de altísimo nivel. Paramos en el puente Castells, sobre el arroyo Víboras, a sacar algunas fotos. Otra reliquia... Antes de llegar a Nueva Palmira, nos metimos en Punta Gorda, un hermoso lugar, cruza de balneario ribereño con pueblo de pescadores. La paz y la tranquilida del lugar, invitaban a no seguir la travesía. Pero bueno... ¡Volveremos, dijo Mac Athur! No hago más comentarios, no sea que cuando vuelva aumenten los alquileres... Finalmente llegamos a Nueva Palmira. Luego de sacar algunas fotos al puerto, la Zona Franca, los silos, los camiones, la rambla y el muelle, cuando nos aprestabamos a almorzar, pensé... "es mediodía, que tarde se hizo... pensar que hoy todavía no tomé mate... uyyyyyyyyyyyyy! ¡¡¡Si me olvidé del mate en Carmelo!!!
Vuelta pa´atrás por la hermosa ruta bordeada de arboles y "countrys". Vuelta pa´adelante, parando un minuto en el Puente de Castells, para sacar fotos del Molino del mismo nombre, que no había ubicado en la primera pasada. Todo tiene un por qué.
Almorzamos en el muelle de Nueva Palmira, y seguimos hacia Dolores, donde tuve un accidente odontológico de poca monta, pero que me dejó por el resto del viaje, con una sensación de vacío en la mandíbula superior...
Luego de visitar la hermosa Iglesia y sacar algunas fotos, rumbeamos hacia Fray Bentos, pasando por el borde de la ciudad de Mercedes, en la cual no nos detuvimos.
Llegamos a la capital de Río Negro y de ahí nos fuimos directo a Las Cañas a dejar el equipaje. Las cabañas municipales, son muy recomendables. Habitaciones, baños y atención del personal, tremendamente superior a aquel hotel de Carmelo que según nos dijeron, tenía vista a la Rambla... Por si esto fuera poco, el precio fue bastante menor...
Sin siesta de Magdalena, nos fuimos de nuevo a Fray Bentos. Navegando en Internet, encontré bastante material sobre el Frigorífico Anglo, y allí nos dirigimos. Tenía la ilusión de volver a visitar unos 20 años después de que lo visitara durante una gira parecida que hice cuando estaba en Facultad. El material del que disponía, describía bastante bien el frigorífico, el museo que hoy se encuentra allí, y el famoso barrio inglés, típico "company town" de aquellos que construían los ingleses allí donde se instalaban. Cuando pasé por Conchillas, pensé que iba a encontrar algo parecido en torno al Anglo. Bueno, nada que ver. Les aviso por las dudas, para que no se claven. Porque mientras el Frigorífico está muy bien mantenido y siguen las obras de restauración, del entorno se salvaron solo algunas construcciones. Una de ellas, una excuela pública que está en perfecto estado. Pero el "barrio inglés", salvo raras excepciones, se ha transformado en un asentamiento. No exagero. Un cartel de la Intendencia (creo) decía que allí hay se esta desarrollando un programa regularización de asentamientos o algo así...
Otra vez sugiero, como en el caso de la Estancia Narbona, que se le pida a BOTNIA en ese caso, colaboración para recuperar este pedazo de historia de Fray Bentos. Si están invirtiendo, como dicen, mil millones de dólares en la planta de celulosa, bien podrían invertir uno o dos millones en transfomar el antiguo barrio inglés, en hermosas viviendas para sus empleados.
La cuestión es que después del fiasco que me llevé con el "barrio inglés" y de alguna discusión que tuvimos porque yo quería visitarlo y Magdalena no, nos largamos hasta las instalaciones de Botnia, pero no llegamos muy cerca por temor a que se nos acabara la nafta. Volvimos, cargamos nafta, sacamos algunas fotos y me fui a Misa. Pero no había, porque el cura estaba en Montevideo. Así que compramos unas tazas enlozadas para el café, y nos volvimos a Las Cañas. Siesta de Magdalena, cena, y de nuevo a la cucha.

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