viernes, 27 de abril de 2007

TERMAS RELAX...

Al mediodía de la cuarta etapa, luego de pasar por Pueblo Constitución a cargar nafta (donde el CELTA quedó con hermoso degradé color marrón en los flancos y en la parte trasera del barro que levantamos camino al pueblo), llegamos a las Termas del Arapey. Hacía muchos años que yo no iba, y para Magdalena era la primera vez. Fuimos a un hermoso complejo denominado Oasis Termal, hecho en sobre la base de los viejos moteles de la ONDA, totalmente reciclados. Nos atendieron de maravilla. Las cabañas son divinas, tienen todo lo necesario y son muy cómodas. Demás está decir que bajar bolsos y valijas y cambiarnos para meternos en las piscinas del complejo, fue todo uno. Magdalena fue a comprar pan, fiambre y alguna bebida para el almuerzo antes, pero ni bien volvió, se metió en el agua...
Antes del almuerzo, nos pegamos unos buenos baños en el hidromasaje que había en el baño de la cabaña. Después del almuerzo, mientras Magdalena dormía una siestita, aproveché a pegarme una vuelta por todas las piscinas de las Termas. Así, pasé por una que a mi se me antojó "nueva" (creo que no estaba la última vez que fui) muy próxima al complejo, luego fui a la vieja y querida piscna del tobogán (no me tiré porque no quería gastar el short, que es lo que tienen los toboganes...), una piscina cerrada llena de plantas, y otra que me pareció la más nueva de todo el complejo, atrás de todo, con unos chorros espectaculares para la cintura, etc.
A la vuelta del periplo, me encontré con que Magdalena se había despertado, gracias a una llamada telefónica de la mamá de mi ahijado. Y estaba medio nerviosa porque no sabía donde me había metido. Como si uno pudiera distraerse en algo diferente a las piscinas en las Termas del Arapey...
La cuestión es que nos metimos de nuevo en el agua y estuvimos charlando largo rato con una chica argentina, muy macanuda y muy enojada porque el día anterior le trancaron el puente durante cuatro horas cuando venía a disfrutar de un fin de semana en Arapey... También participó de la conversación un chico que trabaja en el complejo, de origen argentino, que se encarga al parecer, de armar juegos y entretenimientos para los turistas y sus hijos. Nos pareció un gran tipo.
Cuando la chica se fue (su marido estaba mirando el clásico Boca - River siendo ella de Boca y el de River), nos fuimos a recorrer las piscinas. A la vuelta, otro bañito en el hidromasaje y quedamos prontos para la cena.
Es muy bueno el parador. Creo que cené una suprema de pollo, distinta a lo que esperaba, pero muy rica. Creo que fue ahí donde Magdalena pidió una brochette... El mozo, cuando la trajo, se ofreció a sacarla del pincho... Magdalena le dijo que no, y el resultado fue que pasó toda la noche luchando para sacar uno a uno los ingredientes del complicado pincho.
Temprano nos fuimos a la cama -el agua cansa-, a ver una peli en el cable con el aire acondicionado prendido, porque hacia un poco de calor. Un lujo.

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